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¿De qué se trata este misterio?

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"El Tesoro de las Masilotti" es el nombre popular que recibe un supuesto tesoro que se encontraría enterrado en el Cementerio Central de Montevideo (Uruguay) o en sus inmediaciones. A diferencia de la mayoría de los casos similares, este tesoro no recibió el nombre de su propietario original (ya veremos quién podría ser) ni tampoco el del lugar donde se hallaría, sino el de sus buscadoras iniciales. Efectivamente, "las Masilotti" hace referencia a las hermanas Clara y Laura Masilotti , quienes dieron a conocer la existencia del tesoro y llevaron a cabo tres de las búsquedas oficiales del mismo.

Inventario del tesoro

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  A diferencia de otros tesoros, cuya composición suele quedar librada a especulaciones con mayor o menor fundamento, el Tesoro de las Masilotti se encuentra prácticamente inventariado , de acuerdo a lo indicado por la familia Masilotti. En el recuento del mismo se encontraría lo siguiente: Un boceto original realizado por Miguel Ángel para la estatua del Papa Julio II Esculturas griegas y romanas Valiosas telas procedentes de Italia, conservadas en urnas adecuadas al efecto Una considerable cantidad de lingotes de oro Arcones con grandes cantidades de monedas de oro Joyas, coronas, cálices y vasijas de oro puro Escritos originales de Francisco de Vargas Escritos originales de Juan de Valdés Escritos originales del Padre José de Acosta Escritos originales del Padre Blas Valera Escritos originales de Antonio Pérez del Hierro Barriles conteniendo copas de oro y plata, procedentes de Perú Máscaras, placas y figuras precolombinas confeccionadas en oro Diversos objetos rituales precolombino

Análisis del inventario del tesoro

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  Un boceto de Miguel Ángel realizado para una estatua del Papa Julio II , puede constituir una extraordinaria pieza de arte, que alcanzaría notable precio en una subasta.  Resulta ser que, en particular, la tumba del Papa Julio II fue un encargo plagado de problemas y sinsabores para Miguel Ángel. El artista debió diseñarla y rediseñarla un sinfín de veces, al tiempo que enfrentó el difícil carácter del pontífice (que fue quien encargó la obra), sumado a diversos cambios de escala y ubicación de la misma, un flujo de fondos que muchas veces se veía interrumpido en forma abrupta y, cosa no menor, el cambio de condiciones que se vio reflejado en la firma de múltiples contratos sucesivos en el correr de los años. Lo que sí se sabe con certeza es que el primer proyecto esbozado por Miguel Ángel tenía dimensiones colosales: se trataba de una mole piramidal de tres cuerpos, inspirada en el Mausoleo de Halicarnaso, que contaría con más de cuarenta figuras de mármol, diversos relieves de bron

¿Quién enterró el tesoro?

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  La primer hipótesis que se manejó en su momento apuntaba a que el tesoro fue enterrado por Giuseppe Garibaldi (1807-1882), quien estuvo radicado en Uruguay y participó activamente en el conflicto conocido como Guerra Grande  (1839-1851), en el transcurso de la cual Montevideo sufriera un largo sitio, que la daría a conocer como "la nueva Troya". Teniendo en cuenta las vicisitudes de ese enfrentamiento, la importancia de Garibaldi y las intenciones de este último acerca de retornar a Italia y armar un ejército que procediera a liberar y unificar su patria, cabría la posibilidad de que enterrase un tesoro que le permitiera financiarse a los efectos. Lo cual no quita que Garibaldi, en su vida personal, mantuviera una conducta y un proceder casi espartanos, a veces rayano en la pobreza. Es decir, bien pudo reunir un tesoro sin la finalidad de usarlo para sí mismo, sino para un propósito más noble. Incluso se llegó a especular con la posibilidad de que el tesoro estuviera enter

Las búsquedas: primeros antecedentes

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Enterrado por Michele Masilotti y su padre biológico (cuyo nombre desconocemos), el tesoro seguramente fue marcado y mapeado de alguna forma por quienes lo ocultaron. Ahora bien: ¿cómo asegurarse que esas marcas, referencias y señales que se han utilizado estarán presentes a futuro? La única forma sería controlar ese aspecto en forma periódica. Y así parece que se hizo. En la década de 1870, Michele Masilotti y su hijo adoptivo (Angelo Raffaele) se hicieron presentes en el Cementerio Central de Montevideo y procedieron a verificar la situación. ¿Con qué se encontraron? Veamos lo que dice la propia familia Masilotti: "El cementerio había sido reconstruido desde que se enterró el tesoro, los antiguos marcadores de ubicación habían sido borrados y había que incorporar hábilmente nuevos marcadores y señales en las nuevas estructuras y espacios. Michele confió el trabajo a Angelo Raffaele." Posteriormente, en 1904, el propio Angelo Raffaele volvería a Montevideo y haría una incurs

Primera búsqueda oficial: 1951

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En diciembre de 1950 llegaron al Uruguay las hermanas Clara y Laura Masilotti . De ascendencia italiana pero nacidas en Estados Unidos, vivían y tenían un negocio (una florería) en Hollywood. Se supone que, apenas arribaron, procedieron a visitar el Cementerio Central de Montevideo, a fin de corroborar que el lugar se ajustaba a los datos que su padre les había proporcionado quince años atrás. Hecho esto, comenzaron a gestionar las autorizaciones necesarias para proceder a la tarea que las traía al país: la búsqueda de un tesoro enterrado en el cementerio . A fin de realizar las gestiones y estar representadas legalmente, buscaron el patrocinio del estudio jurídico del doctor Juan José de Amézaga . Se trataba de un hombre de peso político (había sido presidente del país desde 1943 a 1947) con un sinfín de contactos en todas las áreas y, por si eso fuera poco, gozaba de un gran prestigio como jurista y docente universitario. La elección era plenamente acertada. El Juzgado correspondient

Segunda búsqueda oficial: 1956-1957

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  La segunda búsqueda oficial del tesoro habría de tener a las mismas protagonistas: las hermanas Masilotti. Después de su derrota en los Juzgados en 1951, volvieron a la carga usando peso político: en marzo de 1955, el Vicecónsul de Estados Unidos en Uruguay remitió una nota al presidente del Concejo Departamental de Montevideo, exponiendo "los esfuerzos de la Srta. Masilotti, ciudadana estadounidense, para localizar un cuantioso tesoro" y agradeciendo "cualquier atención que el Concejo Departamental pudiera prestar" .  A este empujoncito se le sumaron nuevas consideraciones expuestas por Clara Masilotti en el petitorio que realizaba ahora. Pero no es que estas consideraciones fueran tranquilizadoras: si antes había excavado en las proximidades del Panteón Nacional, ahora pretendía hacerlo en las cercanías del Panteón de los Mártires de Quinteros . O sea que pasaba de un importante monumento fúnebre a otro. De todas formas, esta vez tuvo que brindar mayores datos