Segunda búsqueda oficial: 1956-1957

 


La segunda búsqueda oficial del tesoro habría de tener a las mismas protagonistas: las hermanas Masilotti.
Después de su derrota en los Juzgados en 1951, volvieron a la carga usando peso político: en marzo de 1955, el Vicecónsul de Estados Unidos en Uruguay remitió una nota al presidente del Concejo Departamental de Montevideo, exponiendo "los esfuerzos de la Srta. Masilotti, ciudadana estadounidense, para localizar un cuantioso tesoro" y agradeciendo "cualquier atención que el Concejo Departamental pudiera prestar"

A este empujoncito se le sumaron nuevas consideraciones expuestas por Clara Masilotti en el petitorio que realizaba ahora. Pero no es que estas consideraciones fueran tranquilizadoras: si antes había excavado en las proximidades del Panteón Nacional, ahora pretendía hacerlo en las cercanías del Panteón de los Mártires de Quinteros. O sea que pasaba de un importante monumento fúnebre a otro.


De todas formas, esta vez tuvo que brindar mayores datos y precisiones. La pieza fundamental la constituyó un nuevo plano con indicaciones del sitio donde excavar, orientación del "subterráneo" a ubicar, profundidad necesaria a alcanzar, etc.

¿De dónde salió este plano? ¿Por qué no fue utilizado en la búsqueda anterior? Veamos.
No se trata de un plano antiguo. Exhibe en él diversas actuaciones consulares y notariales, pero son del año 1952. En ese caso, ¿contiene realmente nuevos datos fidedignos o es tan sólo una expresión de lo que se planea hacer en la nueva búsqueda? Al parecer, es producto de una completa reformulación de la búsqueda del tesoro, basada en que uno de los puntos de referencia o marcadores originales (una vieja capilla) no fue correctamente identificado antes de iniciar la primera excavación.

Ciertos dibujos que muestran esa "vieja capilla", con apenas unos trazos de rápida confección, fueron presentados también por las buscadoras, como anexos al petitorio para estudio de las autoridades municipales. En julio de 1956 se filtraron a la prensa, que también se encargó de informar que -mire usted- similares dibujos "aparecieron" justo en el interior del Panteón de los Mártires de Quinteros:


 
A esta altura, parece ser que las hermanas Masilotti intentaban fogonear, de toda forma posible, la aprobación de la nueva solicitud de búsqueda. De allí que presentaran nuevos planos, indicaciones y dibujos sobre el tesoro. De allí que todo se filtrase a la prensa. De allí que aparecieran misteriosos dibujos similares en una pared del Panteón de los Mártires de Quinteros (sitio al que apuntaba la segunda búsqueda).
La cuestión es que se logró la aprobación pero, esta vez, la Intendencia se curó en salud y se aseguró que no habrían de repetirse las aglomeraciones de curiosos, que obligaron a cerrar el cementerio por unos días. Cuenta la prensa cuáles fueron los recaudos tomados:

"El Concejo ha establecido ciertas condiciones y garantías para la realización de los trabajos. Los mismos se realizarán de noche, de 20 horas a las 6 de la mañana, con el fin de no perturbar la actividad en el Cementerio durante el día, efectuándose la labor con la participación de dos equipos de obreros de 6 hombres cada uno, los que sólo podrán emplear pico y pala en la excavación, con el fin de no dañar los monumentos"

No creo que esto haya sido del agrado de las hermanas Masilotti. Por un lado, porque la resolución municipal volvía a limitarlas en cuanto a medios: sólo herramientas manuales. Por otra parte, me parece que necesitaban de la prensa presente y de los curiosos también. En ese entonces, al igual que ahora, sería importante ser noticia y mantenerse en el candelero, para tener a su favor a la opinión pública. 
La prensa también informó, con cierta precisión, dónde se llevaría a cabo esta vez la búsqueda:



"Los trabajos tendrán su comienzo en la diagonal que arranca de la esquina de Gonzalo Ramírez y Petrarca, a unos seis metros del monumento de los Mártires de Quinteros, con una perforación de 2,30 metros por 1,30 metros. Se intentaría así dar con el túnel famoso detallado en los planos presentados por la Srta. Masilotti, que correría unos tres metros por debajo de ese monumento"

Y así fue que, destrabados los trámites, obtenidas las autorizaciones y depositada la fianza correspondiente, en la noche del 3 de diciembre de 1956 comenzó la segunda búsqueda oficial del tesoro. Sería la propia Clara Masilotti quien daría, simbólicamente, el primer golpe con el pico, con Laura Masilotti a su lado:



Al igual que en la primera búsqueda, el dinero necesario no fue un problema. La familia Masilotti siempre demostró solvencia a la hora de afrontar los gastos. Así como manifestaron absoluta certeza sobre la existencia del tesoro. Más aún, en esta segunda oportunidad, Clara Masilotti puso la búsqueda en números, en declaraciones a la prensa:

"Como dato de interés cabe señalar que de acuerdo a lo que manifiesta la Srta. Masilotti, el valor del tesoro ascendería a más de cuatro millones de dólares, sin contar lo que pudieran significar los documentos que se conservaran. En lo que respecta a gastos, los efectuados desde el 2 de diciembre de 1950 ascienden a 53 mil dólares"

Los días irían transcurriendo y la esperanza crecería paulatinamente. De acuerdo a la prensa del 4 de diciembre de 1956, no se producirían hallazgos inmediatos:

"Según cálculos preliminares, habrá de excavarse a una profundidad de diez metros antes de encontrar la losa con inscripciones, que sería la tapa que cubre el lugar donde está enterrado el tesoro"

Pero del dicho al hecho, se sabe, hay un largo trecho. A lo largo de esta búsqueda y como parte de ella, se realizaría un gran número de cateos, pero no habría sido posible en ninguno de ellos llegar a los diez metros de profundidad. Al trabajar con herramientas de mano, las razones son obvias. Veamos lo que decía la prensa del 6 de febrero de 1957:

"Anoche prosiguió la búsqueda del tesoro en el Cementerio Central y el cateo número 14 terminó en los 2 metros y 35 centímetros, tropezando las mechas perforadoras con la roca dura"

Hubo muchas idas y vueltas respecto a la autorización necesaria para el uso de maquinaria que permitiera perforar más allá en forma adecuada. Pero la iniciativa no prosperó. Y así se arribó al 28 de febrero de 1957, fecha de expiración del plazo otorgado, sin hallar el tesoro.

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