Análisis del inventario del tesoro

 


Un boceto de Miguel Ángel realizado para una estatua del Papa Julio II, puede constituir una extraordinaria pieza de arte, que alcanzaría notable precio en una subasta. 
Resulta ser que, en particular, la tumba del Papa Julio II fue un encargo plagado de problemas y sinsabores para Miguel Ángel. El artista debió diseñarla y rediseñarla un sinfín de veces, al tiempo que enfrentó el difícil carácter del pontífice (que fue quien encargó la obra), sumado a diversos cambios de escala y ubicación de la misma, un flujo de fondos que muchas veces se veía interrumpido en forma abrupta y, cosa no menor, el cambio de condiciones que se vio reflejado en la firma de múltiples contratos sucesivos en el correr de los años.
Lo que sí se sabe con certeza es que el primer proyecto esbozado por Miguel Ángel tenía dimensiones colosales: se trataba de una mole piramidal de tres cuerpos, inspirada en el Mausoleo de Halicarnaso, que contaría con más de cuarenta figuras de mármol, diversos relieves de bronce y una cámara funeraria oval con un magnífico portal de acceso.
Si el boceto incluido en el tesoro prefigura una estatua de este proyecto inicial, representaría un gran hallazgo para el mundo del arte.

Las esculturas griegas y romanas dependen, a la hora de estimar un posible avalúo, de múltiples factores: su estado de conservación, el período al que pertenecen, la posible identificación del artista, la procedencia y hasta los materiales de confección. De todas maneras, cabe pensar que si fueron incluidas como parte de un tesoro a ser escondido, debieron considerarse valiosas en su momento.

Las telas antiguas valiosas merecen un reparo a la hora de analizar este inventario. Convengamos en que es difícil que, a esta altura, su estado de conservación sea el mejor.



  
Los lingotes, monedas y objetos de oro o plata tienen, en general, un doble valor: el del metal en sí y el dado por su antiguedad, rareza, procedencia y situación de los mercados involucrados (el numismático, el de antiguedades, etc.) además del movimiento de las principales casas de subastas.
Por supuesto, en el caso de objetos de oro procedentes de culturas precolombinas, siempre tendrán un enorme valor intrínseco.



Los escritos originales de Francisco de Vargas y Medina podrían tener un gran valor, no sólo desde un punto de vista monetario sino también histórico y cultural. Habiendo sido consejero de los Reyes Católicos, supo desempeñar diversas funciones delicadas, desde misiones diplomáticas hasta tareas financieras y de tesorería. Le consideraban como un hombre ejecutivo, por lo cual le encomendaron no pocas investigaciones especiales e indagaciones que se necesitaban con absoluta urgencia, a la vez que debían cumplirse con sigilo y discreción. 

Similares consideraciones podemos hacer con respecto a escritos de Juan de Valdés y del Padre José de Acosta. En el primer caso, hablamos de un escritor y humanista que estudió en Alcalá de Henares y que tuvo problemas con la Inquisición. En el segundo caso, se trata de un jesuita y científico que se interesó por temas antropológicos. Formuló una teoría según la cual los indígenas americanos habrían llegado al continente desde el norte de Asia. Descubrió además la que hoy se conoce como Corriente de Humboldt. 

En cuanto a Blas Valera, también fue sacerdote jesuita, además de cronista histórico y antropólogo. Sería particularmente interesante si se descubrieran escritos de su autoría, porque muchos se consideran perdidos durante el saqueo inglés de la ciudad de Cádiz en 1596. Entre ellos, una "Historia de los Incas" en cinco volúmenes, de la cual apenas se conservaron unos pocos fragmentos.



El caso de Antonio Pérez del Hierro y posibles escritos de su autoría abre inquietantes horizontes. Fue secretario de cámara y del Consejo de Estado del rey Felipe II. En esas funciones vio, vivió, participó y también operó por sí mismo en muchas intrigas políticas, la mayor de las cuales fue sin duda el asesinato de Juan de Escobedo (secretario del monarca Juan de Austria).
El rey Felipe II, que en principio lo había protegido y confiado en él, pasó a ordenar su detención y juicio. Pérez del Hierro logró huir de prisión y se dirigió de Madrid a Zaragoza, de allí tuvo que escapar a Francia (donde intentó promover una invasión a España) y luego a Inglaterra (donde vendió información que sirvió para que los ingleses atacaran Cádiz en 1596). Finalmente, moriría en París en la más absoluta pobreza. ¿Qué cuestiones secretas pueden contener los escritos de su puño y letra? Sólo Dios sabe.

Es interesante hacer notar que la inclusión de los escritos de estas cinco figuras en un tesoro oculto, no necesariamente obedezca al valor monetario que tengan como documentos antiguos. Quizás las personas que enterraron este tesoro en el siglo XIX, actuaron como quien alquilaría hoy en día una caja de seguridad en una institución financiera que no haga preguntas molestas. Por ende, tal vez no sólo ocultaron sus activos sino también enterraron sus secretos

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