Primera búsqueda oficial: 1951



En diciembre de 1950 llegaron al Uruguay las hermanas Clara y Laura Masilotti. De ascendencia italiana pero nacidas en Estados Unidos, vivían y tenían un negocio (una florería) en Hollywood. Se supone que, apenas arribaron, procedieron a visitar el Cementerio Central de Montevideo, a fin de corroborar que el lugar se ajustaba a los datos que su padre les había proporcionado quince años atrás.
Hecho esto, comenzaron a gestionar las autorizaciones necesarias para proceder a la tarea que las traía al país: la búsqueda de un tesoro enterrado en el cementerio.

A fin de realizar las gestiones y estar representadas legalmente, buscaron el patrocinio del estudio jurídico del doctor Juan José de Amézaga. Se trataba de un hombre de peso político (había sido presidente del país desde 1943 a 1947) con un sinfín de contactos en todas las áreas y, por si eso fuera poco, gozaba de un gran prestigio como jurista y docente universitario. La elección era plenamente acertada.



El Juzgado correspondiente dio la autorización y, asimismo, el petitorio fue aprobado por la Intendencia Municipal. La única salvedad estuvo en que las hermanas Masilotti deberían modificar el lugar donde llevarían a cabo la excavación. Ellas pretendían hacerlo dentro del Panteón Nacional, pero las autoridades consideraron que correría peligro ese recinto, por lo cual se les autorizó a excavar fuera del mismo y por un lapso de dos semanas, nada más. 
¿Representó esto un gran percance para la búsqueda del tesoro? En lo referido al lugar, no. Porque no se buscaba excavar en el sitio exacto donde fue enterrado, sino que se pretendía horadar un punto que diera acceso a un túnel o un sistema de túneles que condujeran al tesoro. Lo que si representó un perjuicio para las buscadoras fue el plazo exiguo que les concedieron. Desde el momento en que buscaban el acceso a túneles, era muy probable que debieran rectificarse sobre la marcha, según lo que encontrasen. Con apenas dos semanas de plazo, había pocas chances de direccionar así los trabajos.


 
La cuestión es que el 21 de mayo de 1951 se procedió al inicio de la excavación, en medio de un variopinto grupo de personas compuesto por autoridades, periodistas, curiosos de todas las edades y, por supuesto, las interesadas y su equipo. Con respecto a este último, no sólo incluía al garante del proyecto (Alejandro Fink) y al contratista de obra Héctor Volpe, sino también a un personaje inusual: el radiestesista Kuno Tessman. Los servicios de este último fueron, al parecer, requeridos por una sola vez. Supuestamente, alcanzó a determinar una zona dentro de la cual estaría ubicado el tesoro, la cual iniciaría en las inmediaciones de una tumba (la 376 bis) y finalizaría dentro del Panteón Nacional. Y si bien fueron las hermanas Masilotti quienes lo contrataron, no parecieron al fin seguir sus consejos. O por lo menos, eso fue lo que informó el periódico "El Bien Público" en su edición del 23 de mayo de 1951:

"Debemos agregar que está actuando un rabdomante, que para mayores datos discrepa fundamentalmente acerca de la orientación que se le da a la excavación, ya que guiándose por sus instrumentos y su sensibilidad personal, asegura que ha localizado a unos tres metros hacia el oeste de la iniciación de la zanja, la existencia de oro y alhajas. Sin embargo, la denunciante es más positivista y se guía exclusivamente por sus informes centenarios"




El radiestesista no fue la única presencia sorpresiva vinculada a la búsqueda del tesoro. También llegó al cementerio un tal Rafael Sinfuentes, solicitando hablar en privado con las hermanas Masilotti. 
Y cuando pudo hacerlo, les contó una extraña historia, según la cual el abuelo de Sinfuentes, llamado Pablo Gómez, había combatido junto a Garibaldi en la Guerra Grande y luego había retornado a su España natal. Pero al enterarse de que su nieto (también nacido en España) planeaba venir al Río de la Plata a radicarse, le había entregado una llave que, según él, abría una puerta de hierro que daba acceso a un pasaje conducente a un tesoro oculto en Montevideo.



Mientras se producían estos intrigantes episodios, la excavación continuaba. La prensa informó también del uso de detectores de minas pertenecientes al Ejército:

"A título de experimento, se utilizaron detectores de minas del Ejército Nacional, los que evidenciaron la existencia de metales dentro del perímetro de las obras de exploración. Ello no quiere decir en ningún modo que hayan acusado el tesoro, ya que también pueden ser los herrajes de féretros u otros objetos metálicos que se hallen enterrados en las inmediaciones, pues con tales instrumentos es imposible identificar qué clase de metal es el acusado"

Los días iban transcurriendo y las novedades brindadas por los medios de entonces iban oscilando entre el máximo optimismo, la expectación y un acusado escepticismo, cuando no la lisa y llana decepción.
Quizás se habría logrado un avance mayor en la excavación, en caso de utilizar algo más que las clásicas herramientas de mano. Pero no pudo ser. Así lo contaba la prensa escrita:

"Durante el día de ayer, continuaron las tareas de excavación en doble jornada. A las 8 horas se inició la actividad con el taladro eléctrico, del que habíamos anunciado se habría de emplear. Breves minutos de actividad del mismo hicieron desistir a los técnicos del Municipio de permitir su uso, pues era intensa la trepidación y se temió que perturbara los cimientos y las paredes del Panteón Nacional"

Más pronto que tarde, los plazos se le vinieron encima a las buscadoras. El día sábado 2 de junio de 1951 se llevaron a cabo los últimos esfuerzos, que finalizaron a las 11:30 de la mañana.

"Liquidada la parte de excavación, las autoridades judiciales y municipales presentes labraron el acta del caso, la que fue firmada por el representante del estudio jurídico del Dr. Amézaga (Dr. Cikato), la denunciante Srta. Clara Masilotti, el fiador Sr. Fink y personas presentes"

Tras firmar el acta, ante los requerimientos de la prensa, ni Clara ni Fink se manifestaron derrotados. Por el contrario, anunciaron que el primer día hábil siguiente ya estarían presentando un escrito al Juzgado de Hacienda competente, solicitando nueva autorización para continuar la búsqueda. En palabras de Clara Masilotti a la prensa:

"Hemos llegado a la puerta que guarda el tesoro y queremos entrar"

Pero los Juzgados no autorizaron prórroga de las excavaciones, ni en primera instancia ni producto de apelaciones. Con ello, finalizó la primera búsqueda oficial del tesoro. 

Entradas populares de este blog

¿De qué se trata este misterio?

Conclusiones sobre un asunto inconcluso

Inventario del tesoro